Actualidad
20 de septiembre de 2023
El crimen del siglo: la crisis del fentanilo en los Estados Unidos y el rol de las farmacéuticas. Parte 3
En la actualidad, la regulación global sobre el fentanilo es insuficiente (...) puede estar disponible en todas partes en presentaciones atractivas y en pequeñas dosis con riesgos mortales para la vida y la salud de todos
El consumo del fentanilo no empezó en las calles, sino en las consultas médicas, buena parte del problema de adicción proviene de la industria médica y farmacéutica. Se presentan casos donde los médicos recetan potentes y adictivas drogas como los opiáceos a personas que sufren un dolor leve. En sus orígenes el fentanilo estaba destinado para dolores terminales o para fines sedantes, lo cual se ha venido transformando en otros usos.
Las prácticas de prescripción irracional de fentanilo por parte de algunos médicos aliados con farmacéuticas han desbordado el mercado con medicamentos adictivos. A lo que se une una estrategia de marketing poco ético de la industria farmacéutica, la cual promueve estos medicamentos a pesar de conocer los peligros. Si bien tener un suministro barato y disponible de opioides permite el uso indebido y la adicción, el uso de drogas está impulsado en buena parte por la solicitud de personas que buscan automedicarse para contrarrestar traumas, dolor físico, dolor emocional, aislamiento, enfermedades mentales y una variedad de otros retos personales, son estas personas quienes suelen sufrir de sobredosis.
Ante la crisis del fentanilo en Estados Unidos, algunas farmacéuticas consideran que no se debe prohibir su importación y comercialización porque es necesario su uso como analgésico y anestésico en el sector sanitario. Confluyen de este modo dos graves problemas en la actualidad, de una parte, la fabricación clandestina y el mercado negro del fentanilo por parte de los cárteles criminales y de otra, la prescripción absurda de opiáceos a pacientes que realmente no lo requieren.
Tampoco puede perderse de vista el rol de las compañías farmacéuticas en la crisis de los opioides y el escenario de miedo del país al fentanilo para comercializar agresivamente productos como la naloxona (medicamento empleado para contrarrestar los efectos del fentanilo) de alto costo con consecuencias negativas en la salud pública. Lo anterior, por los precios exorbitantes de un medicamento cuya patente no ha estado reconocida casi 40 años.
Según un informe publicado por la Casa Blanca de Estados Unidos, la naturaleza del fentanilo, y su facilidad de acceso, genera una amenaza para la seguridad nacional, la seguridad y la salud pública del país. Si bien las antiguas estructuras de narcotráfico todavía se mantienen vigentes, también se presentan organizaciones criminales dedicadas a la fabricación y tráfico de las drogas sintéticas ilícitas que se distribuyen en las redes legales de comercialización global facilitando la adicción de los consumidores.
El fentanilo es fácil de fabricar, potente, adictivo, de elaboración barata y su relación potencia-peso facilita que los proveedores de drogas ilícitas de las industrias farmacéutica y química principalmente de China e India se favorezcan de este mercado. El fentanilo puede modificarse y sintetizarse fácilmente mediante diversos métodos con diferentes precursores químicos, lo cual dificulta su regulación.
En la actualidad, la regulación global sobre el fentanilo es insuficiente. Los países que no tienen una crisis interna de fentanilo no se preocupan por la regulación de sus industrias farmacéutica y química, etc. Por lo cual, resulta transcendental controlar todos los posibles análogos del fentanilo y precursores químicos alternativos mediante una sólida cooperación multilateral entre los Estados, porque muchos de sus compuestos no están regulados ni prohibidos en algunos países.
No podemos perder de vista que el fentanilo puede estar disponible en todas partes en presentaciones atractivas y en pequeñas dosis con riesgos mortales para la vida y la salud de todos. Por ello, el enfoque debe centrarse en las estrategias para prevenir el consumo y perseguir a las organizaciones criminales que se dedican al negocio clandestino de esta droga letal. En Colombia debemos desarrollar medidas de politica pública orientadas a la prevención eficaz.