Departamento de Derecho Penal y Criminología

Actualidad
14 de febrero de 2024

¡Empiece por lo sencillo Señora Fiscal!

La próxima Fiscal General de la Nación se encontrará con significativos desafíos en su administración. No obstante, proponemos tres ajustes simples que, inicialmente, podrían contribuir a mejorar los desfavorables índices de éxito en juicios de la Fiscalía.

Por: José Manuel Díaz, docente investigador

Tres sencillos cambios para mejorar la eficacia del ente acusador

Alguna vez preguntaron a Ruth Bader Ginsburg, la más famosa juez de la Corte Suprema de los EE.UU., acerca de cuándo habría suficientes mujeres en el máximo tribunal norteamericano, a lo que la magistrada no dudo en responder: “cuando haya nueve”. Hoy, en Colombia, nuestra Corte Suprema se apresta a escoger a la próxima Fiscal General de la Nación de una terna integrada por excelentes juristas y, tal vez más importante, por grandes mujeres. Porque me asiste el sincero deseo de que la gestión de la elegida sea sustancialmente mejor que la del fiscal saliente, me atrevo a sugerir, como litigante, más que como académico, tres cambios en la operatividad del ente acusador que podrían ser rápidamente implementados y que, en mi humilde opinión, podrían logar que la Fiscalía mejore sus lamentables porcentajes de éxito en juicio.

Primera sugerencia: Suprima la irrazonable distinción entre fiscales que investigan y fiscales que acusan. Hace un par de años se tomó la muy desafortunada decisión de escindir las funciones de investigación y acusación al interior de la Fiscalía, de modo que, salvo en algunas unidades, se dispuso que ciertos delegados adelantarían la indagación, formularían  la imputación y presentarían el escrito de acusación, en tanto que otros se  ocuparían de las audiencias de acusación, preparatoria, juicio oral, etc. El perverso efecto de esta escisión es que difumina las responsabilidades al interior del ente acusador, pues los fiscales que imputan no asumen las consecuencias del ligero o prematuro ejercicio de la acción penal, y a quienes corresponde la etapa de juicio también se sienten eximidos de responsabilidad, pues deben trabajar bajo la teoría del caso estructurada por su predecesor y con los elementos probatorios recaudados por este. Si a lo anterior le sumamos que la H. Sala de Casación Penal, con buenas razones, ha sostenido una posición más o menos rígida en materia de  congruencia entre la acusación y la sentencia, sencillo resulta advertir que las posibilidades de corregir una acusación mal formulada son escasas o nulas.

Segunda sugerencia: Bríndele una oportunidad al acusador privado. Los que temíamos que la institución del acusador privado iba a trasladar la congestión de la Fiscalía a los Juzgados Penales Municipales pecamos de ingenuidad. Lo cierto es que el uso de la figura es absolutamente irrelevante y ello se debe a la desconfianza con que fue asumida por el ente acusador, que, siguiendo el adagio popular, “ni raja ni presta el hacha”. La Resolución 3162 de 2017, sin que la ley así lo exigiera, centralizó el procedimiento de conversión, y las demás resoluciones de la Fiscalía no hacen más que imponer limitaciones adicionales al ejercicio de la acusación privada. Si la víctima de un delito acude a la Fiscalía a rogar que se le permita presentarse directamente ante el Juez a sustentar su pretensión acusatoria e indemnizatoria, debería, en principio, respetarse de su voluntad y facilitársele  el ejercicio de la acusación.

Tercera sugerencia: Detenga la “cambiadera” de fiscales. El inmenso número de fiscales en provisionalidad, y las consideraciones políticas que muchas veces motivan su designación, han dado lugar a una incesante cambio de los titulares de los despachos, que, las más de las veces, se adopta sin tener presente la suerte de los casos estructurados o conocidos por los funcionarios trasladados o desvinculados. Si debe cambiarse a un Fiscal, esta decisión debería estar antecedida un estudio muy serio de los casos que adelanta y de una entrega ordena de la carga laboral que evite traumatismo en la judicatura.

Creo que mucho puede hacerse para superar “la mejor fiscalía de la historia”, pero, como siempre, conviene iniciar por lo sencillo.